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Diario de Mad Agriculture

Publicado en

November 01, 2019

Escrito por

Philip Taylor

Fotos por

Jordan Perkins

Escrito para Wendell Berry


El sábado voy

cual aullido y alarido

al bosque

y grito ‘Aleluya’

porque en presencia de Dios estoy

que me habla

como le habló a Moisés

en el bosque que arde en misterios,

que es esencia de todo.


Mi altar el lecho de musgo,

Donde me siento a esperar

No a que llegue algo,

Sino yo espero llegar.

 

Mi cáliz, ceñida hoja de sanguinaria arrollada,

cuya savia es mi comunión.

Me siento entre manzanas de mayo y helechos.

Observo el bosque despierto.

En la quietud el mundo gira.

La congregación de salamandras, 

nogales, papilios avanza.

La vacía apariencia se llena.

Igual que yo, vuelve una y otra vez el pitibobo a su nido 

Y allí siempre encuentra abrigo.

 

Creo en lo subnatural. El lugar de los milagros.

Contento muero entre las malezas,

En las belladonas salvajes que bordean el campo,

la frontera entre lo domesticado y lo silvestre.

 

Estoy enamorado confeso de la tierra. Sus dádivas.

Su tolerancia.

 

En el pueblo, su religión sosiega la incertidumbre,

con respuestas para todo,

y me pregunto: ¿qué pasó con la fe?



Yo oro

en el bosque, en las tumbas,

en el prado, en los campos,

donde sea que haya raíces profundas

que alzan los elementales de la tierra al cielo

iluminando con luz del sol la oscuridad

e infundiéndola.

 

Dicen que desperdicio mis mañanas.

Que el tiempo es dinero.

Pero, ¡el tiempo es un círculo!

Que no sirve para medir mi buen trabajo.

Me deleita la ineficiencia, esas ineficiencias que

eficientemente destruyen lo que no tienen en cuenta.


El miedo a la muerte no es mi guía.

(No exige futuros alocados).

En este bosque naceré de nuevo

y de nuevo

y de nuevo.


Mi bendición, la voz de Dios

alojada en el pecho de un zorzal,

que le canta al sol para que se asome por el horizonte. 


No siempre vine al bosque,

Tardé en hallar las respuestas a las grandes preguntas:

¿Por qué estoy aquí?

¿A dónde voy?

Cuando la respuesta estaba en mis narices,

En la tierra misma debajo de mis pies.

Es mi única certeza.

Moriré en el lugar donde nací.

Da frutos y multiplícate, infunde la Tierra.

Reconforta saber que algún día este suelo nutriré.

Originally published in
Mad Agriculture Journal Issue 2

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